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En este libro –Morada de madera– que ha ido urdiéndose en el tiempo, un tiempo de retrasos y de timideces, la poeta tiene como fin desarticular la realidad en imágenes que, a su vez, hilvanan un hilo conductor hacia el laberinto del pasado, muy adentro de la psique profunda. Este detalle del tiempo interior que se oscurece de recuerdos muy íntimos no da la pauta para interpretación certera, como sucede con toda obra de arte, más con la poesía, más aún con la música, esa otra hermana del silencio.
Miguel Ángel Náter, Del Prólogo