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La poesía de El ala psiquiátrica es áspera e incómoda porque lo es aquello que retrata, pero propone reductos de reflexión ante una lacra social impuesta de la que poco se sabe, o se quiere saber. El poeta se introduce con habilidad en la singularidad de una mente enferma y, evitando la condescendencia y el sentimentalismo, se transforma en un espejo insobornable. El poeta se convierte, pues, en cronista de su tiempo y también, en un creador de lenguaje, pues la experiencia de lo demente le obliga al polimorfismo, a la ruptura, a la libertad del demiurgo que pretende reproducir su catarsis.
José Antonio Olmedo López-Amor