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Tanto los críticos españoles como los hispanoamericanos soslayan el estudio de la creación puertorriqueña, sin razón alguna, como no sea por ignorancia o indiferencia torcida, y exaltan sus figuras nacionales sin que en todos los casos lo merezcan. Se da el caso de que Germán Arciniegas escriba una Biografía del Caribe y no incluya la participación de Puerto Rico, que es, sin duda, de las más notables, aunque no lo diga Arciniegas. Se da el caso de Rioseco, Sánchez y otros que asumen idéntica actitud. Es más, no pocas veces las opiniones de esos escritores y críticos son manidas y superficiales, pero es el caso que se han hecho de un público lector internacional y, al escribir sus libros, están ofreciendo, con su silencio, ideas falsas sobre Puerto Rico. Lo digo sin términos medianos: escritores y poetas como Lloréns Torres, José P. H. Hernández, Zeno Gandía, Palés Matos, De Diego Padró (el de las Epístolas mostrencas), Tapia (el de Mis memorias y el Póstumo), Pedreira y Julia de Burgos no abundan, en calidad y mérito, entre esa legión de escritores nacionales que tanto exaltan los críticos españoles y latinoamericanos.
Enrique A. Laguerre
Puntos de partida es, posiblemente, una de las aportaciones más importantes de Enrique A. Laguerre a la divulgación de la “cultura puertorriqueña” durante la segunda mitad del siglo XX. Su larga trayectoria y su solvencia histórica hacen de este cúmulo de libretos un tesoro de materiales imprescindibles para el estudio de la cultura puertorriqueña y de la obra particular de Laguerre mismo. En el Seminario Federico de Onís del Departamento de Estudios Hispánicos se custodian los manuscritos de los libretos del programa que podrían auxiliar a investigadores de otras áreas del conocimiento de la literatura española e hispanoamericana y brasileña. Allí se encuentran a disposición de quienes interesen consultarlos.
Miguel Ángel Náter